En verdad pienso que voy a hablar menos de fútbol acá que lo que me gustaría o quisiera hacerlo. Sencillamente porque me parece un tema poco relacionado con los que mandarán en este sitio. Y porque me da cierto pudor, digámosle. De escaparse de mi control, puede de que lo haga más de lo que mencioné unas líneas arriba. Bastante más. Ustedes sabrán.
La excepción en este caso obedece a que quedó a mi alcance “Herr Pep” de Martín Pernau, donde se relata los días del entrenador catalán al mando del Bayern Múnich de Alemania. Lejos de su Catalunya natal, lejos de sus días de gloria, pero con la misma obsesión que distinguía su trabajo.
¿Es buena la obsesión? Y… en principio dejemos sin responder para no saltarnos el análisis del libro. Por eso y porque tampoco sé la respuesta. La cosa es que Guardiola es un obsesivo del fútbol y del trabajo que encierra la práctica del mismo y este libro describe con precisión la vida obsesiva que lleva adelante el director técnico mientras dirigía al club bávaro y llevaba adelante una búsqueda reconocidamente utópica por la perfección.
La gran virtud de la obra es describir precisamente cada uno de los pasos, decisiones, contratiempos y sus correspondientes respuestas por los que tuvo que atravesar Pep a la hora de tomar la conducción del, por entonces, último campeón de Alemania y Europa. Describir de forma completa y de una manera tan directa que consigue transmitir las tensiones, preocupaciones, dudas y emociones del protagonista, yendo mucho más allá de lo que se puede ver en los partidos de fútbol o en las noticias de días previos a uno.
Otro punto muy fuerte es que desmitifica la figura de Guardiola para la mayoría de los seguidores de este deporte, al menos de este lado del charco, presentándonos hasta si se quiere lo opuesto al preconcepto generalizado: un tipo obsesionado con ganar, pragmático hasta más no poder, con una idea de cómo llevarlo a cabo, sí, pero dispuesto a moldearla en la medida en que las circunstancias lo exijan. Pep es como nosotros: quiere ganar, no soporta perder. Duda y tiene miedo. Es humano, no un gurú, ni un genio. Es una persona que desarrolla su trabajo de forma obsesiva.
Dentro de esta descripción tan fina del primer año del catalán hay algunos puntos que resalto: trabajo, obsesión y suerte, como ruta hacía el éxito y la excelencia (si es que acaso existen). Fueron los 3 elementos que acompañaron a Guardiola desde su llegada y con estos Pernau describe el proceso de adaptación del entrenador. Con cada uno de los contratiempos que le tocó atravesar, nunca negocio esos pilares. Desterró ideologías y sepultó dogmas sobre su figura, pero nunca dejó de desenvolverse como un obsesivo del fútbol, ni de insistir en que solamente trabajando en demasía el equipo conseguiría los resultados deseados. Tampoco renegó de la suerte que, quiérase o no, juega un papel circunstancial. Tal como cita el auto a Savielly Tartakower en una parte del libro: “Del ajedrez, ese juego lógico por excelencia, forman parte la suerte, la suerte y la suerte”.
Finalmente, se puede concluir en que la realización consiste en dar todo y al máximo, disfrutando los resultados que esto trae a continuación. Es por eso que Pep se desgasta muy rápido: cuando se “vacía”, es hora de irse. Aplica para cualquier ámbito de la vida. Él mismo después comprobará que toda esa entrega no implica necesariamente una consagración total (no logrará todos sus objetivos en el Bayern), lejos de desanimarlo eso es lo que lo empuja a seguir intentando y buscando. Como dice Steffi Graf en la apertura del último capítulo “No puedes medir el éxito, si nunca has fallado”. Nuevamente, aplica para cualquier ámbito de la vida.