Este 11 de agosto se cumplirán 4 años de una fecha que nos entristeció a todos, o casi todos (¿alguno se animará a excluirse de la lista?): el fallecimiento de Robin Williams. Alguien que se acostumbró toda su vida a sorprendernos y hacernos reír, se quitaba la vida en esa misma fecha. Alguien que parecía siempre sumamente alegre y activo, pero que en realidad se sentía sumamente solo y deprimido.
Es por eso que HBO estrenó recientemente el documental Come Inside my Mind dirigido por Marina Zenovich y con la participación de grandes artistas como David Letterman, Jay Leno, Billy Crystal y Steve Martin, entre otros; quiénes cuentan desde su experiencia como era William, lo que significaba trabajar con él y como redefinió la comedia tal como la conocemos hoy. El mismo Gary Marshall sentenciaba en su momento que lo contrató para la película Mork and Mindy por “ser el único extraterrestre que se presentó a la audición”.
Este documental es una pieza sumamente íntima y humana del actor. Que nos muestra alguien con un talento inconmensurable para la actuación y la comedia. Capaz de improvisar fantásticamente de la nada, sosteniendo un show de stand up de más de 3 horas donde más de tres cuartas partes del mismo consistía en improvisaciones suyas. Con una velocidad mental que asombraba a todos aquellos que tenían la oportunidad de conocerlo, llegando incluso a opinar que su mente era más rápida que Superman.
Más allá de la faceta admirable del actor, el gran acierto de Zenovich me parece dejar la narrativa del mismo a cargo del propio Williams (a través de relatos, entrevistas, etc.). Todos sabemos lo que pasó, sabemos cómo terminó, el documental no depara demasiado en eso. Se enfoca más en los comienzos del comediante, como si su relato nos permitiera ser más cercano a sus sensaciones y motivaciones. Cómo si buscará ayudarnos a entender más y mejor lo que realmente pasaba dentro de su cabeza.
Detrás de una profunda admiración artística que uno puede sentir, existe una persona. Con sus problemas, con sus demonios, con sus miedos. La construcción del documental es muy precisa en este aspecto. Más que seguir un orden cronológico, invita a los protagonistas a hacer una radiografía de Williams, con sus luces y sombras, y se va estructurando en base a esto.
Así como se nos presenta a alguien de sobra talentoso delante de un público, se nos deja también ver a alguien dubitativo y frágil cuando las luces se apagaban. Posiblemente dependiente de afecta y aprobación, Robin William estaba realmente completo cuando tenía un público delante. Alguien increíblemente capaz de hacer reír a los demás, para no sentirse él tan triste.
Conmovedor y nostálgico, el documental consigue describir todas las etapas del actor: su depresión, su adicción a las drogas y alcoholismo. También la influencia de personas que pasaron por su vida, con las que se sentía mejor, pero completamente entero, siempre con la sensación de que algo le faltaba.
A todos nos habrá resultado más o menos difícil entender hace 4 años las razones que pudieron llevar a alguien como Robin Williams a suicidarse. Come Inside my Mind nos invita a celebrarlo y recordar cómo era capaz de sacarnos una sonrisa de cualquier situación. Pero también a tratar de estar, aunque sea brevemente, en su cabeza. De conocer más de la persona y no tanto del artista. De ese ser humano que buscaba que nos riéramos, por el miedo que tenía a estar solo.