A diario nos encontramos con situaciones donde las redes sociales consumen por completo nuestra atención y tiempo. Nos demos cuenta o no. A diario reflexionamos sobre ello y sus consecuencias. Tomemos medidas o no. Resulta igualmente importante seguir haciéndolo, hasta tomar conciencia de que las mismas son un accesorio en nuestras vidas y no lo que las controlan. ¿Está bien tratar todo esto en una historia? Seguramente. ¿Qué podría no cumplir esta premisa? Presentarla de manera tan simple en un episodio de una serie tan compleja como Black Mirror.
Básicamente partamos del punto que lo que dijimos anteriormente es la premisa global de la serie: una crítica tecnológica y social, planteada desde una realidad distópica y futurista, pero perfectamente aplicable a la nuestra. No esperamos de Black Mirror que aterrice en nuestra realidad, planteándonos un episodio que sin problemas podría no ser de su producción, sino de cualquier otra serie.
Chris (Andrew Scott) es un conductor de Hitcher (lo que vendría a ser Uber), obsesionado con encontrar a Billy Bauer (Topher Grace) creador de la red social Smithereens (lo que vendría a ser Twitter), luego de perder a su prometida en un accidente de tránsito por distraerse con esta plataforma mientras manejaba. Para ello secuestra a Jaden, un joven becario de la empresa, creyendo que es alguien de mayor rango en la misma. Finalmente, terminan encerrados en el auto, rodeados por la policía mientras Chris negocia sus condiciones para liberar a su rehén.
La crítica es palpable desde el momento en que se nos plantea el conflicto y tanto los intereses como la tragedia personal de Chris van quedando al descubierto. Como ya bien decíamos, no es una realidad que nos sea desconocida, es más, se ha convertido e una causa frecuente de accidentes de tránsito. Lo interesante es como explora el uso de las redes sociales y plataformas digitales como los verdaderos conductores de la negociación. Tanto la parte demandada como los demandados se abastecían de las redes para enterarse que ocurría y tomar decisiones al respecto. Ya nadie habla en estos tiempos (?).
El manejo de la tensión es otro punto a destacar porque se hace poco previsible que es lo que va a ocurrir, precisamente porque literalmente cualquier cosa puede ocurrir y la narrativa juega con eso hasta llegar al punto de quiebre. Andrew Scott tiene una gran responsabilidad en esto ya que hace un trabajo genial. Chris consigue su objetivo y habla con Bauer, quien intenta contarle que su intención al crear Smithereens nunca fue que se convirtiera en lo que es. A Chris no le importa. No quiere eliminar la plataforma, ni mejorar su funcionamiento, ni siquiera una disculpa. Solo quería dejarle saber a su creador lo que había hecho. Y después suicidarse.
Además de la falta de sustento tecnológico e inventivo, me parece que también faltó una mayor motivación para un personaje que sostiene tan logradamente el episodio y con una profundidad interesante detrás. Jaden, al ser liberado, en lugar de irse intenta detener a Chris dentro del auto. Los oficiales dan la orden a la francotirador de disparar. Se escucha el disparo. Comienzan los créditos y vemos a todos enterarse de lo ocurrido y pasar a la siguiente noticia. Vemos al mundo siguiendo su curso. Siempre atados a las redes sociales y la instantaneidad. El gran mensaje del final es justamente ese. Que todo es pasajero, efímero, fugaz y que vivimos siempre consumiendo información y contenido que no sabemos finalmente como culmina. Como este episodio de Black Mirror, que no se siente tanto como un episodio de Black Mirror.