Cuando vi que está serie estaría disponible en las plataformas de HBO mi primera reacción (antes de investigar nada) fue “ah mirá, Mark Ruffalo haciendo dos papeles. Me cae simpático Mark Ruffalo”. Creo que fue el único momento donde la palabra “simpático” y la serie estuvieron en una misma oración en mi cabeza. Y no porque sea mala –que no lo es- sino por su retrato casi empecinado en ese tema tan complejo como incomodo: el sufrimiento.

Dirigida por Derek Cianfrance (de Blue Valentine y The Light Between Oceans) y protagonizada por Mark Ruffalo (en el papel de un par de gemelos: Thomas y Dominick), está basada en la novela del mismo nombre de Wally Lamb, publicada en 1998. Se centra en la tragedia de estos dos hermanos y su familia, conformada por su madre sumisa y su padrastro violento. Dominick parece el más “normal” aunque poco a poco se irá revelando sus dificultades para procesar y expresar sentimientos, mientras Thomas es un paranoico esquizofrénico, que ya arranca la serie cortándose una mano como “sacrificio” (SPOILER, perdón, es el único). Su madre, descendiente de italianos, se niega a revelarles a sus hijos la identidad de su padre biológico, mientras que su padrastro los cría con bastante dureza (sobre todo a Thomas) a la vez de ser bastante abusivo y violento con su madre.

No hay ningún episodio en la mini serie que no esté rondando la hora de duración y, a decir verdad, el primero de ellos me dejó más dudas en torno a que era lo que quería contar la serie antes que por la historia en sí. Así que, si están cortos de paciencia, quizás esta no es la mejor opción (?). Lo cierto es que el incidente de la mano de Thomas es el menor de los males por el que atraviesa Dominick (el verdadero protagonista) ya que también deberá lidiar con los problemas de salud de su madre, lo múltiples inconvenientes que le trae el querer traducir del italiano las memorias de su abuelo, la relación con su ex esposa y los fantasmas que quedaron de esa relación (mucho más difíciles que simples peleas o discusiones) y la salud mental del propio Thomas, quien es claramente incapaz de desenvolverse sin Dominick.

Como decía, son 6 episodios promediando los 60 minutos cada uno, de un sufrimiento agobiante. Ninguna luz de esperanza parece siquiera pasar cerca de los protagonistas y conforme uno va entrando en esta mecánica va mutando de la postura del “¿cómo será que va a hacer para mejorar esto?” a “¿cómo será que esto va a empeorar?”. Dependiendo del gusto de cada uno, esta escala de oscuros dentro del espectro de algo tan delicado como el sufrimiento puede resultar hasta en un sinsentido, pareciendo una oda al sufrimiento por el sufrimiento en sí.
Por otro lado, ante la complejidad de la tarea, no se puede dejar de destacar el trabajo de Mark Ruffalo, llevando adelante un papel con características tan diferentes: sumamente inestable y dependiente, uno; y bastante más distante y frío, el otro. Bien marcadas estas diferencias, vale decir que una de las relaciones que más se acerca a algo fraternal es la de ambos hermanos, con todas sus diferencias y dificultades. Por otro lado, y a título personal, me pareció un gran trabajo en el montaje, así como en el juego de flashbacks para entrelazar historias del pasado, sin que esto resulte muy brusco o fuera de ritmo para el espectador.

A lo mejor es una historia que se consume en sus propias intenciones y deja la sensación que de tanto sumergirse en ese mar de dolor y sufrimiento no encuentra un destino final. También puede ser que en ese viaje tan cargado de oscuridad se presenten, sin darnos cuenta, varios puertos de refugio y que el mensaje final sea que no es más fuerte aquel que no siente o que reprime sus emociones, sino el que entiende al sufrimiento como parte de su vida (sin importar cuán grande este sea) y a las conexiones que realiza con otros como remos para salir adelante de ese mar que mencionábamos. Saber que el sufrimiento es inevitable pero el cómo uno lo lleva es opcional.