Ya hablamos un par de veces por acá sobre determinados villanos que resaltan por su trascendencia y también porque su camino para llegar a ser determinados personajes está plagado de historias realmente atrapantes. Tal es el caso de Vice, una película excelente que a mí parecer mereció todavía más destaque del que ya tuvo; y también de un favorito personal de esta casa como es el Joker. Ahora a esta selecta lista podemos sumar la reciente película de Cruella.

Protagonizada por Emma Stone, quien logra un trabajo más que destacable en esta producción, tiene le acompañamiento de un muy buen cast, que se complementa muy bien a lo largo de toda la historia. Historia que nos va desarrollando los orígenes de Cruella Devil, reconocida villana de los 101 Dalmatas dentro de ese gigante universo de historias que es Disney.
La narrativa es sumamente dinámica y entretenida. Sabe que es una más de entre tantas historias de orígenes, que muchos pueden llegar a señalar este tipo de películas como “innecesarias” (otro día hablamos sobre por qué no me gusta ese término) y es por eso que se anima a pensar fuera de la caja y, si bien no pierde su foco que es contar un origen, lo hace con gran ligereza y expectativa. Su dinámica nos permite entretenernos con el crecimiento de la problemática conforme nos vamos sumergiendo mucho más en la historia de la protagonista, sus motivaciones y conflictos más internos.

Justamente es dentro de esta facilidad dinámica narrativa donde la película peca un poco de confianzuda (?) extendiéndose demás cerca del arco final y alargando un argumento que venía explayándose de gran forma, quizás perdió algo el norte, pero, por fortuna, reencausando el rumbo justo para llegar a un giro importante, interesante y bastante bien tratado para lo que es esta dificultad mencionada.
Esta gran virtud narrativa descansa en dotar a la protagonista de una profundidad que éramos incapaces de reconocer en la historia original que la tiene como antagonista de un centenar de perros adorables (?). Mostrarnos a alguien tan cruel (duh!) como un ser humano conflictuado desde su infancia, desterrado, marginado y, para colmo, conflictuado desde su identidad nos hace ver su esencia más pura y comprender un poco más que lo llevó a ser quien es, precisamente.

Esta construcción, que además está lograda desde una mirada bastante cómica y hasta infantil si se quiere, alejada un tanto de esa crudeza propia de otras producciones similares (como el ya mencionado Joker), nos deja una mirada completamente nueva y diferente de una villana, en este caso, que alcanza este punto gracias a una serie de sucesos en su vida que la llevan a reconocer y abrazar tal identidad. Así como el villano de ciudad gótica “descendía a los infiernos” bailando en aquella recordada escena de la escalera, Cruella tiene un climax similar, mirando directamente a la cámara y declarándose ella misma como tal, posterior a una ceremonia donde velaba a su ahora alter ego, Estella. Es verdaderamente el punto fuerte de una película que encierra de gran forma lo que significa la construcción de un icono.
