The Last Dance: la espectacular ambición

Una antigua frase –muy repetida por mi madre- insiste en que: “si vas a hacer algo, tenés que hacerlo bien”, como sentenciando qué si uno se lanza en la aventura de algo, debe ir a por todo, debe aspirar a lo máximo, a la perfección. Hablar de Michael Jordan y de su legado como deportista es hablar de una historia espectacular de ambición, de ganas de competir y de ganar en cada cosa que pudiese. De una bestia competitiva que exigía al máximo a sus compañeros porque se exigía al máximo a él mismo, entendiendo que era el mejor camino para el éxito. Hablar de The Last Dance es hablar de una serie documental que, funciona como una especie de autobiografía de MJ, es verdad, pero también como un retrato fantástico a esta ambición por el triunfo.

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Dirigido por Jason Hehir, y producido por ESPN, este documental se encuentra disponible en Netflix y parte de la última temporada (1997/98) de aquel legendario Chicago Bulls de Michael Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman y tanto otros, como el entrenador Phil Jackson, quien justamente bautizó así a esta “despedida” del equipo. El mismo contó con la aprobación del propio Jordan lo que, por supuesto, da que hablar en cuanto a la “objetividad” del producto final. Y la verdad es que no es imparcial, ni objetivo. Ni busca serlo. Ni tiene demasiadas razones para serlo. Documenta el segmento de la historia que le interesa contar y propone diferentes versiones alrededor de la misma para construir particularmente la historia que le interesa contar. Ni más, ni menos. En ningún momento, ni antes de su estreno, prometió algo diferente. Entonces, ¿qué lo hace tan fascinante?

Primero, hay que hablar de detalles técnicos y de la riqueza de su archivo. La facilidad de la NBA para contar con materiales de las décadas de los 80’s y 90’s hace que la narración fluya con mucha dinámica, que cada historia y repercusión tenga un apoyo tan completo que uno siente que está viviendo esa parte de la historia. Seguido a esto, la narrativa, que tiene como epicentro el año de The Last Dance (97/98) gira alrededor de otros años referentes a los Bulls en general y a la carrera y vida de Jordan en particular. Pasamos de la rica historia de la NBA, viendo equipos históricos como Los Angeles Lakers, Boston Celtics, Detroit Pistons; y leyendas como Magic Johnson, Larry Bird, Isiah Thomas, entre otros, a los inicios y posterior ascenso de Jordan con tanta intensidad y dinámica como la que él mismo ofrecía dentro de la cancha.

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El otro punto es la honestidad y el espacio con el que encara la historia. Honestidad para, dentro de su subjetividad y tendencia a imponer la mirada de MJ, ser capaz de mostrar el otro lado, las sombras de un semi dios dentro la cultura popular. Su lado bully como compañero y líder del equipo, así como sus problemas de apuestas, producto de esa necesidad casi fisiológica de estar compitiendo contra otros todo el tiempo. Ambos siempre “justificados” por un Jordan que insiste en que su problema era con la competencia, no con las apuestas y que como compañero nunca demandó nada que él no estuviera dispuesto a dar: “Cuando la gente vea esto dirá: ‘No era un buen tipo, quizá haya sido un tirano’. Pero ese eres tú, porque nunca ganaste nada”.

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En cuando al espacio, cabe dentro del aspecto honesto de la producción, y es porque se permite incluir el papel relevante que llevaron sus compañeros durante este proceso. Desde el liderazgo de Phil Jackson, quien como entrenador contribuyó para que un equipo prácticamente intrascendente como los Chicago Bulls se convirtiera en una de las facciones más dominantes de la historia de la NBA; pasando por el reconocimiento a figuras como Scottie Pippen, el escudero ideal para Jordan; Dennis Rodman, excéntrico y problemático pero sumamente necesario o el mismo Steve Kerr, quizás más relegado pero que aporta dos de las mejores historias del documental: cuando se ganó el respeto de Air Jordan al responder con un puñetazo y su propia tragedia personal, comparable a la del mismo MJ con su padre. Incluso a los “villanos” de la historia se les busca una suerte de reivindicación, como en los casos de Jerry Krause (Gerente General de los Bulls) y Isiah Thomas y los Detroit Pistons. Quizás el punto más flojo de la producción ya que en realidad se los termina exponiendo más que acercando.

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Justamente en la figura de un “villano” es donde Michael encontraba siempre su motivación para momentos claves. Tanto en sus comienzos como en las finales por su sexto anillo. En aquél Last Dance, que nos regala la secuencia del robo de MJ a Malone primeramente y luego ese Last Shot, encerrando la secuencia más espectacular de toda la serie y, seguramente, una de las más épicas de toda la historia del deporte. Air Jordan zafando de su marcador, tirando en los últimos segundos, para ganar su ultimo anillo y despedir, con ese tiro, su carrera. Ningún guionista o director lo hubiera planteado mejor. La realidad, una vez más, superando a la ficción en un retrato fantástico a esta ambición por el triunfo.

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